viernes, 22 de junio de 2012

Relatos Orales de San Carlos

CUANDO ASUSTARON A ROBERTO HERNANDEZ, "EL MECANICO DEL PUEBLO"

Sucedió en la barriada Los Malabares, para ese tiempo sus calles son de tierra, no habían aceras aún ni había llegado los aires del progreso. Su nombre su nombre Roberto Hernández conocido como “El Mecánico del Pueblo”, junto a su esposa María de Hernández, y sus hijos Roberto Robertico o chivo arrecho, Miriam la niña, Wilfredo, Jorge Luis y Geomar, tienen su casa en el callejón Ruiz Pineda, desde hace más de 40 años, al lado del conocido cantante de música recia, el amigo Antonio Sosa Mejías. Roberto es de contextura baja, de piel blanca, gran fumador de cigarros. En esos tiempos fumaba Marlboro, después paso al Vicerroy, el Astor Rojo y ahora Belmont, como un buen cojedeño adoptado, era amante de la pesca con anzuelo y atarraya.
Le gusta tomarse sus bien frías, amante de los patios de bolas porque jugaba, asiduo visitante de los botiquines junto a su compadre, el médico Rivas Molero, sus hermanos el profesor Alcides Hernández pequita, Félix Hernández felito y Gonzalito, visitaban al Bar El Ultimo Tango, el Cinzano, Los Ranchos, Los Caracoles y el siempre y recordado patio de bolas del Botiquín El Llanero, de Telmo Garmendia ¿Quién no se tomo una cerveza o jugó una partida de bola y domino? Escuchando en la vieja rockola canciones de Antonio Sosa Mejías, como Omaira y Te entregaste en otros brazos o a El Carrao de Palmarito, que muchas veces llegó allí y se tomo unas bien heladas cervezas, también estuvo Luís Lozada el cubiro, y el infaltable Pedro Infante, con sus canciones que sonaban a cada rato en la rockola, otro también era el ecuatoriano Julio Jaramillo, con canciones como Rondando tu esquina, Nuestro juramento o Fatalidad. Roberto es un eterno enamorado de esa música y de la de Olimpo Cárdenas y Daniel Santos el inquieto Anacobero.
 Roberto llegó a trabajar en el recordado taller del Garaje del Estado Cojedes donde actualmente está funcionando Bus Cojedes. De profesión mecánico, para esos tiempos tenía un carro modelo Impala, después de cumplir su faena de trabajo salía en su carro a recrearse con sus amigos, así pasaba muchas horas, disfrutando con unas bien frías y nada más para completar la faena como los grandes toreros, escuchando en cualquier rockola canciones de Julio Jaramillo. Pasó a principio del mes de mayo, después de haber pasado una noche de faena con sus compadres y amigos, llega a su casa.
 Son como las once de la noche aproximadamente, ya se dispone a meter su carro en el garaje cuando al frente aparece una mujer de aspecto joven, de belleza angelical, de pelo negro azabache que le llega hasta la cintura, cuerpo de sirena, con un caminar de reina y de piel blanca. Roberto al verla queda hipnotizado por tanta belleza. Le dice “ando buscando a un mecánico porque mi vehículo se accidentó en frente de los mangos los que están entrando a “Los Malabares”. Para esa época era monte y culebra, ahorita es la Urb. Rómulo Gallegos, rápidamente responde “soy el mecánico que busca”. El pregunta que le pasó al carro y ella le responde con una voz dulce y muy sensual, “voy camino hacia Tinaco y al pasar por ahí se apagó, alguien pasó y me dijo que por aquí cerca vivía un mecánico de apodo “el mecánico del pueblo”, por eso vine a solicitar su ayuda”.
Se puso a la orden, ella saca un cigarrillo y Roberto, rápidamente saca una caja de fósforos y se lo encendió, ella aspiró y soltó una bocanada con una sensualidad que a Roberto, se le cayó la caja de fósforos… Se van en el carro de Roberto, llegan al sitio y está estacionado un carro modelo Fairlan 500 nuevo, de color negro. Se bajan y se fue a revisar el carro para saber cuál es la falla, la bomba de gasolina no era, tampoco el carburador ni las bujías, ni la batería, gasolina no era, revisa el tanque esta full. Roberto se rasca la cabeza porque no encontraba la falla.
 La mujer le pregunta ¿qué le pasa amigo? Responde “no se preocupe que lo hago andar lo hago”. Le pregunta ¿qué hora es? Y amablemente le responde “son las doce y media de la media noche. ¿Será que me regala un cigarrillo ya que los míos se me terminaron?” Roberto, ni corto ni perezoso va hacia ella se seca las manos en un pañuelo que carga, le da uno de los suyos, ella lo agarra y rápidamente se lo enciende, repentinamente la luna se asusta y se esconde detrás de una nube, ahí si la noche se pone oscura, se escuchan los latidos de varios perros cuando están asustados, se siente una brisa que las ramas de las matas de los mangos se estremecen, Roberto siente un fuerte escalofrío que le corre por todo el cuerpo, hasta el cigarro se le cayó al suelo. Él lo recoge y siente su corazón palpitar aceleradamente…, presiente que algo anda mal, ahí la mujer le dice, “¿qué le pasa?” Roberto responde, “nada”, ella le dice, “que mala educación la mía no me he presentado” le da la mano, se la toma y la siente helada como un cadáver. Ahí ella lo mira y se presenta así: “mucho gusto Roberto, soy la Sayona”. Ahí se transforma, la cara se desfigura, las bellas piernas ahora son dos canillas huesudas, las manos son dos pedazos de hueso y ahora su voz es ronca y le dice “ahora no me ves bella” y se ríe y pega un grito de lamento que Roberto cayó de rodillas al suelo y quedando más aplastado que un sapo en carretera y muerto de miedo, ella va creciendo como una vara de coco, el trata de salir corriendo pero no puede, las piernas no le responde, están temblorosas viendo a esa mujer crecer como una canilla.
En ese momento se oye el cantar de varios gallos, es la una de la madrugada, ella pega un grito que al más valiente le hiela la piel, le dice entre dientes “te salvaste será la próxima” y salió envuelta en un remolino de viento, hasta el carro desapareció. Roberto, como pudo, se levantó tembloroso, muerto de miedo, estaba pálido como bolsa de papel, como pudo se montó en su carro y llegó a su casa gritando “¡María, María, María!”, pregunta ella: “¿qué te pasa?” y sólo dice “me acaban de asustar”.
 En la mañana siguiente se corrió por la barriada Los Malabares, del susto que se llevó Roberto Hernández El Mecánico del Pueblo, con el espanto de la Sayona.

Samuel...el de Los Malabares.
El hijo de Samuel Elías Sánchez “el morocho” y Doña Carlota.
TSU. En Producción de Medios de Comunicación.
 Miembro de la Red de Historia, Memoria y Patrimonio de Cojedes.
 Miembro de la Red de Patrimonio Cultural Inmaterial de Cojedes.
Sugerencias al correo: omar17_8471@hotmail.com.

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