lunes, 16 de julio de 2012

Y FUE EN POTRERO LARGO 

Sucedió en Manrique, un día cualquiera del año 2007, en un caserío llamado “Potrero Largo”, hay casas de bahareque, viviendas rurales y familias que conservan aún la tradición de sus abuelos, que es de tener su conuco con siembras de caraota, quinchoncho, ñame, yuca, maíz, matas de mangos, naranjas, plátanos, topochos y de allí tener el sustento para el hogar. Se conserva la tradición de un bello pueblo tranquilo, donde los muchachos se divierten jugando en las calles o cuando van a la quebrada que se encuentra cerca.
 Es un pueblo rodeado de montañas, sembradío y un clima fresco donde se vive sabroso. Ña Sinforosa de Velásquez, se encuentra sentada en una mecedora mira en el patio que es grande y colinda con el conuco de ellos están jugando sus tres nietos, en ese momento viene apareciendo por la entrada un burro llamado Ceferino. Viene cargado de un saco de maíz y de yuca, trae también diez kilos de quinchoncho recién sacado y fresco, lo trae su hijo Hermenegildo “guayabo”. Que curtido por el paso de los años en la agricultura y hasta albañil es el hombre, jugador de gallos, de dominó y su pasión favorita las bolas criollas, la cual siempre acompañaba con una bien fría Polar. 
Fue un día del mes de mayo que van de San Carlos a visitar a su abuela Ña Sinforosa y a Hermenegildo, sus hijos Dilia, Yajaira, Leidys y llevan a los nietos Ailin, Esmeralda y Darwin. Siempre iban a pasar un fin de semana en Potrero Largo, y ayudaban en el conuco y también a preparar las ricas cachapas con maíz traído del conuco y la acompañaban con queso de mano, mantequilla y hasta a veces con cochino frito, sin faltar un rico guarapo de caña o papelón con limón. Después de eso aprovechan para ir al río, que esta a algunas cuadras de la casa de Ña Sinforosa, quebrada abajo vía Valle del Río, se encuentra el paso de El Encantado, sitio turístico por preferencia ahí contemplan el paisaje que refleja la naturaleza, un clima fresco rodeado de árboles, montañas, el típico día para pasar en familia a la orilla del río, comiendo un rico hervido de pescado, en platos redondos hecho de tapara al estilo llano y de la gente del campo, ese hervido en tapara es fuera de este mundo por lo sabroso que queda y si se le agrega cilantro de monte, hasta un muerto lo levanta.
 Ese día Ña Sinforosa les dice a los nietos que no fueran al río, porque el día no lo veía bien, ella era de esas viejitas comadronas que tenía mucha experiencia y siempre tenía un sexto sentido para prevenir las cosas, pero los muchachos le dijeron entre risas, “no abuela esos son cuentos de aguaita camino, el día está calidad para irnos a darnos un chapuzón al río”. Así se van Dilia, Yajaira, Leidys, Rendí, Ailin, Darwin y unos amigos de las muchachas que vivían cerca, mataguara, Bonifacio y Alí chigüire seco. Así fueron alegres, caminando al “Encantado”, van más contento que muchachos con chancleta nueva, se desviaron del camino, van por una vereda que da al conuco de Anacleto, le quitan la tranca a la puerta y pasaron para cortar camino, entre brincos y risas fueron comiendo mango bocado, naranjas, guayabas y hasta agarraron y las metieron en una bolsa para que cuando estén en el río y les de hambre comérselas. 
Después llegan a una especie de riachuelo con unas matas de mango y bastante monte, al cruzar el riachuelo iban todos juntos repente grita asustado “chigüiro seco”, “no jile ¡Ave Maria Purísima! ¿Que bicho es ese? Todos miran hacia donde él decía y de unos matorrales salió una vaca de color negro azabache, con los ojos ardientes como dos fogones echando chispas, Dilia, que es màs cobarde pega un grito, del susto soltó el paño y la ropa de sus hijos Leidys, se arrodilló a llorar como niña cuando le quitan su muñeca, Bonifacio llevaba la bolsa con las frutas y una cavita pequeña con hielo y refrescos, bueno, eso lo tiro al monte; Yajaira se puso rojita como un tomate y hasta los pelos de la cabeza se parecían a una cerca con alambre púas “¡Ay carajo!” de donde salió esa vaina, si en el conuco de Anacleto, no tiene animales” decía gritando Dilia, Leidys gemía, “esa es la vaca del demonio y está arrecha porque nos metimos sin permiso al conuco a comernos las frutas”, ahí si, pies para que los tenemos, todos echaron a correr como gacelas en sabanas. 
 Al ver que ese animal endemoniado que venía hacia ellos, ni el polvo quedó. Dilia, corrió con sus hijos y logra encaramarse en una mata de mango, la acompañó Bonifacio, Yajaira y Leidys, se montaron en una de naranja, Darwin y chigüiro seco se escondieron en unos topochales, la vaca llega hasta donde esta montada Dilia, que del miedo le gritaba “vete, prometo no entrar más a un conuco sin permiso”, la vaca con esos ojos de candela, ella gritaba y lloraba junto a sus hijos de repente en el desespero se quita las sandalias y se las arrojó , eso la enfureció, las agarro y destrozó , que no quedó ni para coser un pantalón, de allí se fue a la mata de naranja donde esta Yajaira y Leidys, que estaban más asustadas que ratón en baile de gato; la vaca embestía con fuerza pero las muchachas estaban más agarradas que garrapata en perro, de repente la vaca se voltea hacia donde estaban Darwin y chigüiro seco, la bestia fue hacia donde Dilia, que dejó tirada la ropa y la volvió añicos, la cava quedó fue para el recuerdo, de repente aparece un remolino fuerte, la vaca salta a los matorrales, y así pasaron varios minutos y aprovecharon para salir de donde están encaramados, se acercaron donde la vaca hizo añicos las cosas de ellos y decía Dilia, con cara de tristeza y esta como una negrita en tizona del miedo comenta, “ah mundo no quedo ni para remedio”. Se les había pasado un poco el miedo y se preguntaban que vaina era esa cosa que les había salido, nadie daba respuestas, aún las piernas les temblaban como manjar de majarete, habían dados unos veinte pasos y ¡zuas! aparece de nuevo un remolino que asustó a los muchachos y pinga, se oye el aullido de un perro asustado, la sangre se les empezó a helarse a cada uno de ellos y un frío les recorrió por toda la espina dorsal y ¡caracha carajo! del matorral volvió aparecer la vaca endemoniada. Dijo Leidys “esa vaca endemoniada nos viene a comer y que cachos tan grandes tiene ¡mamá!”. A correr todos de nuevo, la vaca los persiguió un trecho largo, de repente Dilia, voltea y se para en seco, “muchachos se esfumó la vaca endemoniada”. 
Allí aprovecharon para salir del conuco de Anacleto, pasaron el susto y se fueron a bañar al río encantado, así pasaron la tarde y se olvidaron del susto que se llevaron con la vaca endemoniada, lo que si nunca más hicieron fue entrar a ningún conuco sin permiso, ni mucho menos al de Anacleto .

Samuel...el de Los Malabares.
 El hijo de Samuel Elías Sánchez “el morocho” y Doña Carlota. 
TSU. En Producción de Medios de Comunicación.
 Miembro de la Red de Historia, Memoria y Patrimonio de Cojedes. 
Miembro de la Red de Patrimonio Cultural Inmaterial de Cojedes. Sugerencias al correo: omar17_8471@hotmail.com.

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